¿Tienes alguna duda sobre los lácteos y cáncer? Te damos 4 respuestas a tus dudas sobre lácteos y cáncer.
Seguro que has oído alguna vez en alguna conversación de sobremesa, whatsapp o post en internet, que los lácteos aumentan el riesgo de desarrollar cáncer, y que personas ya diagnosticadas deberían dejar de consumirlos. Pero, ¿qué dice la ciencia sobre este tema? Empezaremos por responder a preguntas nutricionales como: ¿es necesario tomar lácteos para tener una nutrición saludable? Si no tomo lácteos, ¿voy a desarrollar osteoporosis? Después pasaremos a abordar preguntas directamente relacionadas con el cáncer: ¿existe base científica para recomendar consumir o excluir lácteos en personas con cáncer? y ¿en qué me puede ayudar un menor consumo de lácteos si he sido diagnosticad@ de cáncer? Responderé a todas estas preguntas en este post.
Lácteos y cáncer
El consumo de lácteos en la prevención, durante el tratamiento y para evitar las recidivas de cáncer es un encendido debate en el mundo científico.1 Cuando este debate surge suele aducirse que llevamos bebiendo leche más de 2000 años. Esta falacia ad antiquitatem se basa en los supuestos siguientes: 1) que el consumo habitual de productos lácteos sea tan necesario como lo pudo ser en otros momentos de la historia para poder cubrir las necesidades nutricionales; 2) que el proceso de producción de lácteos no haya variado desde su origen; y principalmente 3) que no existan datos científicos que lo desaconsejen. Analizaremos estos tres supuestos durante este post, contestando a vuestras 4 preguntas.
1. ¿Es necesario tomar lácteos para tener una nutrición saludable?
Durante mucho tiempo se ha considerado a la leche, y sus derivados, un alimento fundamental, la base de la pirámide alimentaria. No existe una verdad absoluta sobre este tema, pero centrando el consejo nutricional en países occidentalizados, a día de hoy, no existe una necesidad manifiesta de consumir lácteos para cubrir las necesidades nutricionales básicas. Si hablamos de España, no vivimos en una sociedad donde prime la falta de nutrientes, si acaso, nuestra cultura es la del exceso de consumo a todos los niveles. No hay que olvidar que España tiene una tasa de obesidad del 67,20%, casi un 50% más que la media mundial (Fig. 1).2
Figura 1. Porcentaje de personas con sobrepeso u obesas en España y en el mundo.
2. ¿Y si no tomo lácteos voy a desarrollar osteoporosis?
Muchas personas a las que se les habla de un cambio nutricional hacia una alimentación basada fundamentalmente en productos de origen vegetal (aunque no de forma exclusiva) se preocupan por si les van a faltar proteínas, calcio u otros nutrientes. Es cierto que hay ciertos micronutrientes como la Vitamina B12, que es difícil obtener de fuentes no-animales. Pero aparte de este caso en particular, el resto de micro y macronutrientes pueden ser perfectamente obtenidos por una dieta basada fundamentalmente en vegetales, incluyendo el calcio y la vitamina D. La falta de aporte de estos últimos es la principal razón que esgrimen los defensores de los productos lácteos.1 Pues bien, los productos lácteos no son la única fuente de calcio, sino que este mineral puede encontrarse en almendras, semillas tipo sésamo, avena, nabo, kale, coles o sardinas (que además contienen Vitamina D y Omega 3), entre otros muchos alimentos.3,4 Además, la leche/productos lácteos o las almendras/kale/coles no son pastillas de calcio, son alimentos con muchísimas propiedades y la ciencia muestra que el consumo de estos últimos, dentro de una dieta variada, es mucho más beneficioso que el consumo de lácteos.1,5
Por otro lado hay diversas vitaminas y minerales necesarios para la absorción y fijación del calcio. La Vitamina D es necesaria para poder absorber correctamente el calcio, de hecho, se llama calciferol. Su fuente más importante es la exposición solar, de ahí que muchas personas en países fríos o con inviernos largos y sombríos tengan deficiencias de esta vitamina y deban suplementar las leches, los zumos y los cereales con vitaminas. Por tanto, la mejor forma de tener buenos niveles de esta vitamina es dar un paseo al día de unos 20 minutos bajo el sol, pero ojo, no en horas de máxima incidencia de los rayos. Hay algunos alimentos como la yema de huevo, el atún, la sardina, el aceite de hígado de bacalao o las setas que la contienen, pero en general su absorción es baja.6 Así, el mito de que sin leche no hay calcio ni Vitamina D es simplemente una idea que surgió liderada por los productores de estos alimentos que, probablemente para niños pequeños sean adecuados, pero a medida que nos hacemos mayores y nuestra dieta es más variada pueden ser perfectamente sustituidos por otros alimentos mucho más sanos.7
Es importante resaltar que una persona puede tomar todo el calcio que quiera, pero para que sea fijado en los huesos es necesario el ejercicio físico, especialmente de carga. De hecho, el ejercicio físico es mejor predictor de salud ósea que el consumo de calcio.8
Por tanto, si quieres mantener una buena salud ósea, lo mejor que puedes hacer es llevar una dieta equilibrada y hacer ejercicio en el exterior, especialmente en horario de mañana o tarde y no quedarte en el sofá viendo la televisión consumiendo productos lácteos.
3. ¿Existe base científica para recomendar consumir o excluir lácteos en personas diagnosticadas de cáncer?
El proceso de industrialización del sector lácteo ha resultado en un incremento notable en los niveles de numerosas hormonas procancerígenas en la leche y sus derivados (Fig. 2).9–14
Figura 2. Vacas en una explotación ganadera.
Así, una revisión publicada en 2020 en The New England Journal of Medicine concluye que el consumo de lácteos podría promover el desarrollo de determinados tipos de cáncer, fundamentalmente aquellos con dependencia hormonal, como de próstata y endometrio, 1 o el de mama.10,15 Esto parece deberse a los altos niveles de hormonas como IGF-1, estrógenos y progesterona que contienen.
Los datos poblacionales muestran que los posibles efectos beneficiosos relacionados con el consumo de lácteos en algunos tipos de cáncer, estarían relacionados con el consumo de calcio, no con los lácteos per se.5,16–19 Debido a este papel protector, y por su importancia en el metabolismo del paciente oncológico, si se plantea recomendar la exclusión de lácteos, sería clave proporcionar un consejo nutricional adecuado en el que se asegure una correcta ingesta y absorción de calcio proveniente de otros alimentos, mencionados anteriormente.4,7,17
4. ¿En qué me puede ayudar un menor consumo de lácteos si he sido diagnosticad@ de cáncer?
Hemos comentado el papel beneficioso que puede tener disminuir el consumo de lácteos para reducir la ingesta de hormonas pro-cancerígenas. Este hecho es esencial tanto para prevenir el cáncer como para evitar recidivas.1
Además, es clave valorar el efecto directo que tienen algunos alimentos en los efectos secundarios que aparecen durante los tratamientos de cáncer. Por ejemplo, los lácteos contienen altos niveles de unos compuestos llamados Mono-, di-, oligosacárido y poliol fermentable (FODMAP), fundamentalmente en forma de lactosa.20 Los FODMAP malabsorbidos provocan malestar a nivel intestinal, especialmente en pacientes con sensibilidad previa (Fig. 3).21–23
Figura 3. Efecto de los FODMAP en el origen de los síntomas grastrointestinales. 23
Los tratamientos quimioterápicos aumentan la disfunción y la sensibilidad intestinal, además de aumentar la intolerancia a lactosa, fomentando los efectos perjudiciales de la malabsorción intestinal de este FODMAP.25 Numerosos estudios han demostrado que una dieta baja en FODMAP puede disminuir los efectos secundarios de los tratamientos de quimio- y radioterapia en las personas con cáncer, especialmente aquellos estudios en los que se excluye la lactosa.26–28
Así, en resumen, en el consejo nutricional de las personas diagnosticadas de cáncer es importante valorar si excluimos los lácteos con el objetivo de disminuir el consumo de hormonas procancerígenas y los efectos adversos digestivos de los FODMAP.
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